Sopa de piedra cuento

 

Sopa de piedras Cuento

Érase una vez un viajero que después de recorrer un largo camino llegó a una pequeña aldea. El viajero no contaba con un lugar donde refugiarse o algo de comer. Pese a esto, él tenía la esperanza de que un aldeano amigable se ofreciera a alimentarlo.

El viajero llamó a la puerta de la primera casa que encontró. Una mujer abrió la puerta y el viajero le preguntó si podía ofrecerle un poco de comida. La mujer respondió un tanto molesta:

—Lo siento, no tengo nada que darte.

Y cerró de golpe la puerta.

Entonces, el viajero tocó otra puerta, pero la respuesta fue la misma:

—Lo siento, no tengo nada que darte.

Con mucha determinación, el viajero fue de puerta en puerta siendo rechazado una y otra vez.

Al ver que su plan no funcionaba, se dirigió a la plaza del pueblo, tomó una olla de lata que llevaba en su bolsa, la llenó con agua del río, comenzó el fuego y dejó caer una pequeña piedra en la olla.

Mientras hervía el agua, un aldeano se detuvo a preguntarle qué era lo que cocinaba.

El viajero contestó:

—Estoy cocinando una exquisita sopa de piedra. ¿Te apetece un poco?

El aldeano le dijo que sí y encantado se ofreció a traer zanahorias para agregarle a la sopa.

Al cabo de unos minutos, el aldeano regresó con diez zanahorias de su jardín.

Otro aldeano, con curiosidad, se acercó a los dos hombres y les preguntó qué cocinaban. El viajero le respondió que cocinaban sopa de piedra con zanahorias.

—¡Qué interesante receta! —dijo el curioso aldeano—. ¿Será posible agregarle papas a la sopa?

—Claro que sí —exclamó el viajero.

El curioso aldeano fue a su granja y regresó con una docena de papas.

Un joven pasó y se unió al grupo, trayendo a su madre y todos los platos y cucharas de su casa.

No pasó mucho tiempo antes de que docenas de aldeanos se acercaran al viajero, todos ofreciendo su ingrediente favorito: jamón, champiñones, cebollas, bellotas, calabaza, sal y pimienta. Todos querían contribuir a la innovadora receta. Finalmente, el viajero sacó la piedra de la olla y declaró:

—¡La sopa de piedra está lista!

Y fue así como toda una comunidad se unió a un festejo que comenzó con una pequeña piedra y un gran ingenio.

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